Mi mamá y mi abuela (ucranianas) hacen borsch desde siempre, una sopa europea a base de remolacha. Cuando fuimos al Café Mu-Mu por primera vez, en la calle Arbat, se me ocurrió pedir esta sopa para saber qué tal era la versión rusa.
En el Café Mu-Mu uno se agarra una bandeja y va pasando por distintas estaciones de comidas donde le pide a un empleado que le sirva lo que quiere. Está bueno para los que no hablan ruso ya que se puede señalar con el dedo. La primera estación es de ensaladas, luego vienen las sopas, platos principales, postres y creo que habÃa alguna más. Se puede pedir luego gaseosas o cerveza. Yo pedà cerveza y me recomendaron que le ponga unos trocitos de pan de centeno tostado dentro que quedaban muy bien.
Pero cuando llegué a la estación de sopas, habÃa tres ollas, por lo que no podÃa saber qué tenÃa cada una, asà que le pedà borsch. SabÃa que habÃa, porque habÃa visto gente comiendola en las mesas. Al principio el empleado no me entendió, lo volvà a pronunciar. No me entiende. Me pongo más nervioso y lo trato de pronunciar de diferentes maneras para ver si me entiende. ¡No hay caso! Una mujer que estaba atrás mio, que sà me entendió, le dice «Â¡BORSCH!» a lo que el empleado responde algo asà como que no habÃa más, moviendo la cabeza, o que eso que yo estaba señalando no era borsch. Resignado, me voy sin mi borsch.
Pero yo seguÃa viendo que habÃa gente que venÃa con esa sopa asà que, después de terminarme la comida que me zamparon de prepo, me volvà a levantar y esta vez no le dije borsch sino que le señalé la olla en la que yo sospechaba que estaba la sopa. Por un momento el empleado parecÃa negarse a servirme de esa sopa. Pero insistà y no tuvo más remedio que servirme.
Finalmente en el ticket de compra me pude asegurar que sà era borsch (al menos eso me cobraron) y pude disfrutar mi sopa, feliz de haberme hecho entender en Rusia.

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