La primera vez que vi las vallas metálicas en la playa separando México de Estados Unidos quedé impresionado por esa imagen. Y en este viaje, que íbamos a pasar unos días en San Diego, a muy pocos kilómetros de la frontera, decidí que quería conocer ese lugar.
Me puse a investigar en Internet y primero descubrí que existía un parque llamado International Park, pero ese parque no tiene nada interesante para ver.
Buscando un poco más pude ver que había un parque que llegaba hasta la misma playa que se llamaba International Friendship Park. El parque, por definición está mitad en Estados Unidos y mitad en Tijuana y se puede visitar. Este parque en realidad, está dentro de otro llamado Border Field State Park.
El problema es que para llegar al parque hay que caminar. Se debe dejar el auto en un estacionamiento y luego caminar derecho hasta la playa y después, hacia el sur, hasta el muro. Son 2,7 kilómetros de ida y otro tanto de vuelta, pero la verdad no me resultó muy cansador y eso que lo hicimos con dos niños de 6 y 11 años. Antiguamente se podía llegar en auto pero ahora el camino está en muy mal estado y lo han prohibido.
Este es el lugar donde estacionamos el auto que habíamos alquilado:
En la entrada del sendero había un cartel que indicaba que estábamos entrando al Border Field State Park:
En el camino, nos encontramos con otras personas que estaban haciendo el mismo paseo que nosotros.
Este es el camino que hicimos:
Durante la caminata nos cruzamos varias veces con oficiales de control fronterizo, algunos en cuatriciclos y otros en camionetas. Nos miraron de arriba a abajo pero finalmente nos saludaron amablemente.
Al llegar a la playa nos fuimos acercando a la valla. La playa estaba desierta.
Ya en la valla había cuatro oficiales en cuatriciclo estacionados. Sacamos algunas fotos pero no nos molestaron.
Luego subimos a la zona del parque propiamente dicha, donde hay algunos bancos y mesas. En esa misma zona nos encontramos un grupo de Border Angels que estaba haciendo una visita y, casualmente, con muchos estudiantes de intercambio argentinos. Un guardia fronterizo estaba respondiendo a las preguntas e inquietudes de los estudiantes.
Por ejemplo, contaba que los coyotes (las personas que facilitan el cruce de la frontera a los migrantes) se adentran muchos kilómetros en el mar para cruzar sin ser vistos, pero cuando los detectan, tiran a la gente al mar y se dan la vuelta ya que no quieren arriesgarse a perder su bote. Entonces, los agentes se ven obligados a rescatar a la gente en lugar de perseguir al bote. Mucha gente muere ahogada en esa zona intentando cruzar.
El muro, en esa zona, consiste de dos vallas metálicas separadas unos 30 metros una de otra. Normalmente no se puede estar en el medio de las dos vallas pero en el parque de la amistad, cada sábado y domingo de 10 a 14, se abre una puerta en la valla Norte para que la gente del lado estadounidense se pueda acercar hasta la valla Sur y poder dialogar con familiares que están del otro lado.
Eso sí, para acercarse hay que mostrar una identificación. El lugar está fuertemente custodiado y hay un límite de 25 personas que pueden estar al mismo tiempo entre las dos vallas. Nosotros mostramos nuestros pasaportes y nos dejaron pasar para observar y sacar unas fotos.
Luego de eso volvimos a las mesas del parque e hicimos un pequeño picnic. Ahí pudimos seguir escuchando al guardia que seguía respondiendo las preguntas de los estudiantes y vimos como los guardias también hacían su picnic.
Finalmente, regresamos por donde vinimos, habiendo conocido uno de los lugares más extremos del planeta. ¡Una visita realmente muy recomendada!
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