Como prometí, aquí les traigo la tercera entrega del viaje a Alemania de noviembre del 2015.
El viaje en tren de Frankfurt a Berlin
Habíamos llegado a Frankfurt un mediodía. Pasamos la noche y al día siguiente recorrimos la ciudad hasta las 6 de la tarde, hora en que salía nuestro tren. Era la primera vez que viajábamos en tren en Alemania por lo que tuvimos que aprender algunas cosillas.
Hay posibilidad de comprar el pasaje con reserva de asiento y sin reserva. Nosotros compramos sin reserva, por ser más barato. Subimos al tren y buscamos un asiento libre. No sabíamos cómo sería el sistema para diferenciar los asientos reservados de los no reservados, ni sabíamos dónde nos tocaba ubicarnos. Nosotros nos sentamos donde mejor nos pareció.
Al poco tiempo notamos que había unos displays arriba de cada asiento que indicaban cómo estaban reservados los asientos. Por ejemplo, indicaban que el asiento estaba reservado desde cierta estación a otra. Esto lo entendimos gracias a un señor que nos lo explicó. Así que anduvimos cambiando de asientos durante todo el viaje. La próxima vez mejor reservar asiento, es más cómodo y no hay tanta diferencia.
Llegamos a la estación de Berlin de noche y con lluvia. La estación enorme y a esa hora ya estaba bastante solitaria. Según había visto, nos teníamos que tomar un autobus hasta el hotel, el 147 hasta el Novotel Berlin Mitte (en la calle Fisherinsel). Como la estación es enorme, nos costó primero encontrar la parada. No estaban muy claras las indicaciones. Finalmente la encontramos pero luego empezamos a dudar si esa parada era en la dirección correcta. Pasaban varios autobuses y no veíamos ningún 147. Mientras esperábamos un par de borrachos molestaba a la gente. Los evitamos poniendo cara de pocos amigos y se fueron. Finalmente llegó un 147 y le pregunté al chofer «Fahren Sie nach Fischerinsel?» (¿Va a Fischerinsel?), respondió «Ja» y subimos tranquilos. El pasaje lo habíamos abonado previamente por Internet, conjuntamente con el pasaje de tren, por lo que no tuvimos problemas.
Paseando por Berlín
Al día siguiente, tomamos el impresionante desayuno del hotel y salimos con la panza llena a conocer la ciudad. Decidimos empezar con la plaza Gendarmenmarkt, la cual estaba a corta distancia caminando. Fue un poco lamentable que la plaza se encontraba en plena preparación para el armado de un mercado navideño, algo muy típico en todas las ciudades de Europa, de Madrid a Moscú.
Continuamos caminando hasta la hermosa avenida Unter den Linden.
Llegando al final de la avenida, nos encontramos un acto y a todos los medios frente a la embajada de Francia, país que había sufrido brutales atentados terroristas dos noches atrás.
En la misma zona está la impresionante puerta de Bradenburgo, ícono de toda postal berlinesa.
Seguimos caminando luego hasta el memorial del Holocausto, una muy buena obra artística realizada con miles de bloques de concreto. Es interesante caminar y perderse entre los bloques. En el lugar funciona un museo, pero estaba cerrado el día que fuimos.
En el camino pasamos por un lugar que había encontrado en Internet. El punto donde estaba el bunker de Hitler. El lugar jamás se recuperó ni habilitó para visitas. Se entiende que los soldados lo bombardearon hasta dejar solo ruinas. Más adelante se levantó un complejo de departamentos en el lugar. Hoy en día solo hay un cartel que hace referencia a que «oficialmente» en ese lugar se suicidó Hitler.
En la zona de Potsdamer Platz, encontramos un mercado navideño ya en pleno funcionamiento. Sin dudarlo, nos compramos algo para comer ahí mismo, porque llevábamos ya varias horas sin parar.
Es impresionante observar que en varios puntos de la ciudad se encuentran las marcas por donde pasaba el muro de Berlín. Potsdamer Platz es uno de los tantos sitios donde pueden verse estas marcas, como cicatrices que atraviesan veredas, calles y edificios.
En la zona de Potsdamer Platz podemos encontrar dos centros comerciales cercanos. Por un lado el Sony Center y por el otro el Mall of Berlin, enorme y muy completo. El paseo terminó con un cafecito y un poco de relax en el Starbucks del Sony Center.
Todo este recorrido lo hicimos a pie. Las distancias no son tan grandes y tranquilamente se puede recorrer toda la ex zona comunista a pie. Igualmente, como ya estábamos cansados, desde ahí nos tomamos el metro de regreso al hotel.
Cabe aclarar que el hecho de viajar en invierno a Europa hace que el día resulte corto y engañoso. Resulta que en la época en que fuimos, a las 5 de la tarde ya empezaba a oscurecer. Esto, que para los europeos es normal, para los argentinos, acostumbrados a una zona horaria cuyo mediodía solar es a la 1 de la tarde, nos desorienta un poco y ya empezamos, tal vez involuntariamente, a volver al hotel, pensando que ya es tarde.
Eso mismo nos pasó ese primer día, sumado a que, encima, estaba nublado, nos volvimos demasiado temprano al hotel y luego no llegaba más la hora de cenar!! Por eso, estén atentos a esto y aprovechen mejor su día.
Un ejemplo de lo que les digo se puede ver en esta foto, donde se puede ver el cielo que ya está casi oscurecido, ¡pero son las 4:15 de la tarde!
Los posts sobre Berlin no terminan aquí. Habrá más en próximas entregas.
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